Sobreactuado por momentos, pero imponente siempre. Superior, como si viniera de otro fútbol, o mejor aún, como si viniera del futuro. Cristiano debutó en el Madrid sin que haya lugar para la decepción. Es cierto que no marcó y es verdad que sólo los goles convencen a los indecisos, pero también lo es que cuando el balón llegó a sus pies el partido pasó del ritmo al vértigo. Esa capacidad para acelerar los neutrones del fútbol y para inclinar el campo a su favor le convierten en un jugador único. Y es importante que el hecho se advirtiera también en un partido de fogueo, apto para las distracciones y los falsos lucimientos. Ni en ese trance pasó inadvertido Cristiano. Es talentoso, influyente, poderoso, altivo y ambicioso. Es todo lo que parecía.
La versatilidad es su otro diploma. Cuando jugó de extremo lo hizo con afición, con gusto por la cal. Su mera presencia electrificó la banda derecha y aterrorizó al lateral zurdo. Chupón, le acusan, pero creo que si no profundizó más fue por no parecerlo. No era difícil detectar ese empeño por ser generoso y hacer amigos. Actuó igual cuando se movió por otras latitudes, abandonando regates para no molestar. Sólo se obcecó en las faltas y los taconazos, poca cosa para la marea que le bullía dentro. Sin duda Cristiano Ronaldo levantará el público del Santiago Bernabeu de sus asientos.
Cristiano Ronaldo vs Shamrock Rovers :
Entrevista tras el partido :