La presencia de Cristiano Ronaldo en el Mundial de Suráfrica se decidirá en los próximos nueve días. El crack madridista tomó ayer un avión privado en el aeropuerto de Torrejón de Ardoz junto con Pepe, Simao y Duda para incorporarse a la concentración de Portugal en Suecia. La Selecçao lusa está ante la última oportunidad para enderezar su mala trayectoria en la fase de grupos que ahora mismo pone muy caro el billete para la cita surafricana...
El equipo dirigido por Queiroz es tercero de grupo (se clasifican los dos primeros), a cuatro puntos de Hungría y siete de Dinamarca, precisamente sus próximos rivales. Para añadirle más dificultad a la misión, Cristiano liderará a un grupo que está obligado a hacer la proeza a domicilio, primero el próximo sábado en el Parken Stadium de Copenhague y dos días más tarde en el Puskas Stadium de Budapest. Si Portugal no vuelve con seis puntos en el zurrón, el sueño mundialista estará casi extinguido... Una situación que preocupa a Cristiano, que porta el brazalete de capitán. El actual Balón de Oro y FIFA World Player es consciente de que no clasificarse sería un desastre nacional y que su estatus de mejor jugador del mundo debe consolidarse en un escaparate como será el Mundial.
No obstante, lo primero que hizo ayer la estrella blanca fue verse con Carlos Queiroz. El jugador quiso aclarar el conflicto que se originó tras su ausencia del amistoso ante Liechtenstein el 11 de agosto a causa de una gripe. El técnico luso cuestionó que existiese la enfermedad y causó malestar en el madridista, que replicó duramente en Dortmund: "Es triste, me duele que duden de mi profesionalidad. Cuando murió mi padre yo jugué con Portugal...".
