Cristiano Ronaldo se marchaba con rostro serio y preocupado por los pasillos del Hospital Sanitas La Moraleja a las 13:30 horas. Su tobillo no va bien y el portugués tenía pocas ganas de sonreír. Cuando se dirigía al aparcamiento, una mujer se cruzó en su camino.
"Cristiano, por favor, ven a ver a mi hijo a la habitación 125. El sábado sufrió una hemorragia digestiva y tenía entradas para el Milán-Real Madrid. No pudo ver al equipo. Por favor, tú sabes lo que haría tu madre por ti. Hazme caso, ven a verle", le insistió Antonia Muñoz. Cristiano, que no estaba de muy buen humor por el estado de la lesión, no dudó en aparcar su "enfado" y por su cabeza se le pasó la imagen de su mamá, Dolores Aveiro: "A una madre nunca se le dice que no". El crack portugués llamó a la puerta de la habitación 125.
Y como si de una película se tratase: "¡Toc, toc, ¿se puede?", Joaquín González, socio número 31.753 del Real Madrid, tenía en su habitación a Cristiano Ronaldo. "¡Increíble! El sábado vi la muerte vomitando sangre y hoy conozco a Cristiano", repetía sin creérselo.
Cristiano le dijo: "Me lo ha pedido tu madre y no me he podido resistir". Joaquín, de 31 años, se frotaba los ojos. Sus amigos Víctor y José Manuel habían llegado unos minutos antes a visitarle procedentes de Milán. El portugués dejó impresionados a toda la familia por su simpatía y cercanía. La madre, orgullosa, subrayaba: "Poned, por favor, lo bueno que es Cristiano".
